Los años repiten sus acontecimientos, aunque cada año lo vivamos de manera distinta. Septiembre lo inauguramos con el clásico síndrome postvacacional, el deseo de la vuelta al colegio, que ayuda a organizar rutinas a niños y adultos.
Instaurados en la segunda quincena, comenzamos a preguntarnos si las consabidas dificultades del teletrabajo también llevan de regalo el fenómeno del bornout laboral.
La COVID 19 provocó un experimento social de dimensiones globales a altísima velocidad, desplazando los puestos de trabajo a casa, en un intento de instaurar un modelo de teletrabajo, que en la mayoría de casos, es simplemente un trabajar desde casa, con todas las características diferenciales que supone y un alto riesgo de aumentar la casuística de enfermedades mentales gestadas en el puesto de trabajo.
Se paralizó el mundo, pero todas aquellas actividades que por sus características podían hacerlo, simplemente se quedaron en casa, ¿Teletrabajando? En la mayoría de casos, no. Porque este modelo de producción no se ha implementado desde la cultura corporativa sino desde la necesidad imperiosa.
Tendencias que ya se estaban gestando han salido a flor de piel, en forma de bournout o síndrome del trabajador quemado. Tendencias como como la intensificación, la precarización, la desigualdad de género
Las dificultades para separar horario laboral y horario personal es más dificultoso
Intensificación. Por ejemplo, de manera muy oportuna se habla de desconexión digital, aunque es necesario precisarla desde el poder de las palabras. Desconexión digital no es que el trabajador tenga la valentía de no mirar mensajes o mails, sino que su superior tenga la sensibilidad de no enviarlos. Para que esto suceda de manera normalizada es muy importante prestar atención a la cultura corporativa de la organización.
Precarización. Los hogares están pensados como refugio, descanso y privacidad del sistema familiar, no como lugares de producción. Más allá de abonar los costes del wifi u otros servicios, el trabajador necesita una oficasa, es decir, un espacio digno que pueda fomentar condiciones mínimas de atención y concentración. El trabajador no está responsabilizado de hacerlo desde su espacio familiar.
Desigualdad de Género. Se han unidos dos creencias de espacios distintos en la misma figura. Por un lado, la creencia en entornos laborales de que las mujeres han de dedicar más horas al trabajo para compensar y demostrar que los hijos no significan una merma de producción para la empresa, y la creencia social de que las mujeres aún han de sostener más carga de tareas y responsabilidades domésticas.
Según el último informe de Randstad Employer Brand Research, el 43% de la población activa quiere teletrabajar. Si no se presta atención y recursos a la cultura corporativa organizacional, veremos un aumento progresivo de enfermedades mentales, que además están catalogadas como enfermedades laborales, que afectaran a la economía, pero ante todo, que hoy, ya están afectando a las personas.
4 recomendaciones para prevenir malestar mental en teletrabajo
1.- Establecer horarios de trabajo, comida y descanso. Ante todo, procura cumplirlos.
2.- Hacer 20 minutos de actividad física diaria, de cualquier tipo. Si se convive con un perro, será el mejor aliado.
3.- Programar pequeños descansos entre videollamadas. El tiempo de una canción es un buen comienzo.
4.- Comenzar la agenda por la agenda: planificar, revisar y reorganizar durante el día, tantas veces como sea oportuno.
5.- Respirar consciente. Entre tareas, respirar prestando atención, solamente, a la respiración.
Para equilibrar estado mental, corporal y emocional.
El teletrabajo nos dejó en casa, ahora el reto es que no nos deje en casa, pero sin trabajo.
SOBRE LA EXPERTA: Socióloga, experta en neurolingüística. Existen muchos caminos para el desarrollo personal, pero el más rápido y accesible es a través de la toma de conciencia de las palabras. Ellas son la clave de nuestras creencias, valores y comportamientos. Ellas son las columnas de nuestra identidad. Ellas son el primer paso de nuestros pensamientos y actos. El lenguaje es nuestra gran diferencia como especie. Empresaria. Conferenciante, consultora, formadora en habilidades conversacionales e Inteligencia Emocional. Prepara a personas y equipos para este momento económico a través de la conciencia en el lenguaje. Autora del libro “Teletrabajar, pero bien” Ed. Diana (grupo Planeta) 2.020. Autora del libro “Las palabras que nos habitan” (Ed. Uno. Barcelona 2.016). Conferenciante TEDx “Identidad Narrativa”.
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