La familia es la base de un gran número de sociedades mercantiles en España. Según el Instituto de Empresa Familiar, estas compañías superan ampliamente el millón y representan el 89% del tejido empresarial en nuestro país. Además, concentran el 67% del empleo privado, generando más de 6,5 millones de puestos de trabajo y abarcando más del 57% del PIB del sector privado.
Sin embargo, la continuidad de estos negocios a veces camina por la cuerda floja debido a las rencillas que surgen entre padres, hijos y demás parientes. “Las tensiones tienen un fuerte componente emocional que supone un peligro para la estabilidad del negocio”, admite Isabel del Santiago, abogada del despacho Círculo Legal Madrid, añadiendo que “establecer los límites entre los asuntos empresariales y los familiares mediante pactos es la mejor manera de asegurar su futuro”.
Cuando la persona que está al frente de un negocio se retira y deja paso a sus herederos, se enfrenta a una disyuntiva importante: la de repartir su negocio entre sus hijos equitativamente o legar el 100% al que esté más preparado. “Es una situación que puede dar pie a conflictos irreversibles”, indica la letrada.
“Si se reparte a partes iguales, es posible que la compañía se acabe diluyendo si los herederos no están en sintonía con la toma de decisiones estratégicas, mientras que, si todo se deja en manos en un único hijo, se crea un cisma familiar”, añade la abogada. En este sentido, la predisposición por perpetuar el legado es esencial. Según el informe Global Entrepreneurship Monitor (GEM), los emprendedores españoles motivados por continuar la tradición familiar apenas representaron el 21% en 2022.
Por extensión, la entrada de personas sin lazos de sangre, como yernos y nueras, es otra fuente de conflicto que dispara las susceptibilidades. “Hay que ser conscientes de que la perdurabilidad de cualquier negocio reside en la formación y experiencia de sus líderes, y priorizar el aspecto sentimental podría llevar a su completa disolución”, señala De Santiago.
Para prevenir situaciones incómodas que den al traste con el negocio, lo mejor es llegar a una serie de acuerdos que dicten los pasos a seguir en caso de enfrentamiento. “Para anticiparse a posibles desavenencias futuras es recomendable regular por medio de pactos inscribibles, secretos o parasociales con el fin de saber cómo proceder si tuviera lugar un choque entre familiares”, aconseja la portavoz de Círculo Legal Madrid.
Además de estos compromisos, imprescindibles para establecer unos protocolos que velen por la supervivencia de la compañía, también resulta conveniente que un equipo ajeno al núcleo familiar sea el responsable de la gestión diaria.
“Las discusiones que lleva aparejado el día a día generan un desgaste que mina la relaciones entre los miembros de la familia cuando estos son incapaces de separar lo personal de lo corporativo”, apunta De Santiago.